Es el faro situado más al oriente de la Península Ibérica. Ubicado en un paraje desolador y aislado, de extraordinaria belleza, actualmente sus alrededores son el Parque Natural de Cabo de Creus. Se encuentra a 500 metros de la Punta del Cabo de Creus, sobre un acantilado negro, con una orografía complicada y escarpada, conocida con el nombre de la Punta de l’Esquena, que cae al mar formando varias calas agrestes y un islote, l’ Encalladora, separada por un angosto canal.
El faro, a 87 metros de altitud, azotado por los vientos de Tramontana y Levante, ilumina como punto de referencia costero en una de las zonas más duras para la navegación en la costa catalana. Un gran edificio, ahora convertido en oficina de información del Parque Natural, rodea la instalación, que en esencia es una torre de 11 metros de altura.
Entró en funcionamiento en la noche del 29 de julio de 1853. Es el segundo faro más antiguo de Cataluña, inaugurado 19 meses después del Faro del Llobregat, hecho que evidencia su conveniencia y necesidad al construirlo, ya que está en un punto geográfico estratégico de la costa peninsular, lo que hizo que se incluyera en el primer programa del sistema de faros diseñado por el gobierno de Isabel II.
En el mes de octubre de 1937, en plena guerra civil, un ataque inutilizó la óptica del faro, quedando a oscuras hasta el final de la contienda, lo que confirma su papel estratégico.
En la década de los años sesenta del siglo XX, este faro, y su modelo a escala reducida, construido cerca de él, fue el escenario para el rodaje y la filmación de varias películas de aventuras, como la titulada "El faro del fin del mundo", basada en una novela de Julio Verne, que narra una historia de piratas que se valen del faro que desorienta a los navíos, atraerlos para robarles el botín.
También esta zona ha sido fuente de inspiración de pintores y poetas, surrealistas y de vanguardia, tanto europeos como americanos.