Historia

Barcelona ha interactuado siempre con el mar. Pero, sin resguardos marítimos naturales, la dinámica del litoral provocaba la entrada constante de arena y no contaba con seguridad y calado para propiciar la entrada de buques. Así que la ciudad y los barceloneses entendieron la importancia de tener un puerto abrigado. Y lucharon para conseguirlo.

De los primeros usos a las primeras obras

Los íberos y otros pueblos prerromanos usaron la bahía natural al sur de Montjuïc para sus intercambios marítimos. Los romanos trasladaron esta actividad a las playas de Barcino, desde donde importaban a la capital del Imperio, Roma. A finales del siglo XIV se disponía de las Atarazanas Reales (Drassanes) y hubo intentos de otras obras portuarias, pero hasta 1477 no se iniciaron las primeras para conseguir un puerto seguro.

Los trabajos se desarrollaron en lo que sería después el barrio marinero de la Barceloneta. Fueron los inicios del puerto artificial, construido con terrenos ganados al mar. Los avances en los siguientes siglos fueron lentos y trabajosos y la arena seguía provocando problemas. Pero en 1772 el dique ya se extendía hasta el actual muelle de Pescadors, donde se ubicó el primer faro, hoy la Torre del Rellotge.

Golpe de timón: hacia el puerto moderno

La industrialización y la substitución de la vela por el vapor en los buques trajeron cambios sustanciales al transporte y al puerto. Un nuevo impulso para el desarrollo de la infraestructura llegó con la constitución en 1869 de la Junta de Obras del Puerto. Aprobada a finales de 1868 por el Ministerio de Fomento, la formaban comerciantes, armadores, navieros y marinos. Se iniciaba la era moderna del puerto.

El proyecto de Carlos de Angulo en 1900 planteó una ambiciosa ampliación para adaptarse a las necesidades de la industria y el tráfico de mercancías y pasajeros. Entre finales del siglo XVII y la primera década del siglo XX se llevaron a cabo las obras de muelles que en su época representaron valores como la eficiencia y la modernidad. También se construyeron edificios portuarios históricos que hoy se mantienen con otros usos.

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    Descarga de sacos en el Muelle de la Barceloneta (1923). Autor desconocido.
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    Descarga de sacos en el Muelle de la Barceloneta (1923). Autor desconocido.
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    Vida cotidiana en el Muelle de Bosch y Alsina (1923). Autor desconocido.
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    Vida cotidiana en el Muelle de Bosch y Alsina (1923). Autor desconocido.
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    Topografía y edificios (1960). Autor desconocido.
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    Topografía y edificios (1960). Autor desconocido.

Ampliaciones e iniciativas pioneras

A partir de 1917 el tráfico marítimo se vio afectado por la inestabilidad de las guerras y la dictadura franquista. Con la posterior reactivación económica, el puerto puso en marcha los planes 1965-1966, que permitieron duplicar la superficie portuaria en menos de 15 años. 

En 1978 el Ministerio de Obras Públicas otorgó la autonomía portuaria al puerto. El Puerto Autónomo seguía siendo entidad pública, pero con régimen de empresa mercantil.

En esa época se intensificó la relación con Barcelona, a través del desarrollo del Port VellUna relación reforzada con los Juegos Olímpicos de 1992, sin duda, un año mágico para la ciudad. El puerto desarrolló un papel clave, acogiendo más de 10 cruceros para suplir la falta de plazas hoteleras de la ciudad. Ese año el Gobierno creó Puertos del Estado para controlar el sistema portuario español y el órgano de gestión del puerto pasó a ser la Autoridad Portuaria de Barcelona.

El Plan Director 1989 fijó las bases para la ampliación portuaria a partir del desvío del río Llobregat dos kilómetros al sur. Este proyecto suponía duplicar de nuevo la superficie del puerto. Además, incluía una iniciativa pionera: el desarrollo una Zona de Actividades Logísticas (ZAL) adyacente al puerto.

 

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Infraestructura y visión de futuro

En 2008 finalizaron dos obras estratégicas: los diques de abrigo Sud y Est, la mayor inversión de la historia del puerto (501 millones de euros), con un 53% procedente del Fondo de Cohesión Europeo. Un año después, en 2009, el Hotel W Barcelona y el proyecto Nova Bocana dieron un empujón a la oferta turística. La ampliación portuaria había hecho necesario abrir la Bocana Nord, generando nuevos espacios para el puerto y la ciudad.

El puerto se ha consolidado como básico para la economía catalana y estatal. Con la apuesta por la intermodalidad, el desarrollo del puerto en red y la idea de plataforma logística creadora de riqueza, entre otros. Y como refleja el Plan Estratégico 2021-2025, con la integración de la sostenibilidad como eje de sus actuaciones. Un puerto acorde con el presente y preparado para el futuro.

Rumbo al 2040.
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IV Plan Estratégico del Port de Barcelona: Rumbo al 2040